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26 nov 2013

Hecho con tus Sueños

Soy una maniática de la mesa bien servida. 

En las ocasiones especiales el mantel tiene que estar perfectamente planchado, colocado sobre la mesa con precisión milimétrica, elegido en función de lo que pretendo con la comida, de lo que sirvo, de a quién se lo sirvo, de lo que festejo...Elijo la vajilla bajo las mismas premisas, y sí, reconozco que compro platos "porque me gustan", y bien vale una excusa para estrenarlos. Igual me sucede con los cubiertos, ni uno solo más arriba que el otro. Sobreentiendan que todos de la misma cubertería, recuerden que estamos hablando de una ocasión especial. Aquí por casa hay a quién no le importa comer con un tenedor que no conoce al cuchillo que lo acompaña. ¡Yo, ni muerta! Y dejo para otro post los cubiertos o las vajillas innombrables, esos que algún familiar te regaló con tanto cariño y que tú no puedes ni verlos...pero que ahí siguen, ocupando espacio en tu cocina, porque si vienen a casa los echarían en falta, esos que, aunque los hayas vetado en las normas de convivencia, se escapan de su encierro a cada poco...


Lo dicho, para mí es tan importante lo que se presenta como el presentarlo, buena cuenta de ello pueden dar los que han tenido ocasión de compartir mi mesa. Me llena de orgullo y satisfacción...¿O esta frase tiene copyright?

Probablemente sin quererlo, este anuncio me transportó a las navidades de mi infancia, en las que durante años nos reuníamos a cenar tíos, primos, abuelos...ese ir y venir de sillas, mesas, cubiertos y vajillas desparejadas...Éramos tantos que era imposible tanta perfección como la que acostumbro a buscar hoy en día en mis celebraciones. Con los años, cada uno va formando su propia familia, y se forman otros círculos, a veces menos numerosos, otras rodeados de peques -sí, esos que siempre cenan en la mesa supletoria-.

 


Puede que todo ese menaje y mobiliario "desplazado" por mis manías también eche de menos esas reuniones tan animadas...Puede que esos cuchillos que nunca salen de la gaveta se corten las venas por rozarse con los tenedores de gala...O que los platos que me regaló mi suegra quieran sentir el calor de un buen guiso...O que la silla del comedor quiera echar a suertes con la de la cocina a quién le toca "el gordo"...

Voy a dejar mis manías para otras fechas, y seré más flexible en Navidad, porque mi deseo es que estemos todos los que podamos. Eso sí, la vajilla del pajarito, se queda guardada, que por ahí no paso.




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