Por suerte son muchas las cosas que me cautivan además de la buena mesa. Eso me permite distraerme con facilidad, y disfrutar de numerosos pequeños placeres. Frida Kahlo es uno de ellos. Si tengo que pensar en una mujer libre, pienso en ella. Me fascina. No deja de ser una paradoja que tuviera que vivir encorsetada. No pudieron con su mente transgresora y ataron su cuerpo...O quizás fue al contrario, quizás por tener el cuerpo atado, se convirtió en la mujer que fue...
La cocina se convirtió en una de las aficiones de Frida cuando descubrió cómo encantar a Diego con suculentos platos mexicanos, tan coloristas como sus obras, tan vivos como el propio México. Además, organizaba festejos con cualquier excusa, disfrutaba tanto de la gastronomía como de todo lo que gira entorno a la mesa.
Hoy me ha llegado lo que probablemente se convierta en uno de mis libros de cocina de culto...ya les hablaré de otro de mis imprescindibles igualmente relacionado con el arte, de la literatura en este caso.
Presentado por Guadalupe Rivera, hija de Diego Rivera, es todo un disfrute imaginar las recetas que preparaba Frida con tanto regocijo, conocer anécdotas vividas en su cocina de la Casa Azul, ver los platos servidos en esa misma cocina que tantos secretos se me antoja que guarda...Si me echan de menos estos días, es que estaré cocinando con Frida...
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